Queremos hoy retomar el tema que ayer habíamos empezado.
Conocemos los grandes problemas de tantos matrimonios, y sabemos que muchos fueron contraídos bajo las más difíciles circunstancias. La Iglesia también quiere dirigirse como Madre a aquellos que, por diversas razones, han fracasado en su matrimonio y han empezado una nueva relación.
De hecho, son los enfermos quienes necesitan del médico, y no lo sanos, como Jesús nos dice en el evangelio (cf. Mt 9,12).