AMAR AL PADRE; NO AL MUNDO

“Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1Jn 2,15).

Es cierto que, en su Evangelio, San Juan afirma que “tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito” (Jn 3,16) para salvar a la humanidad. Pero este amor es fundamentalmente distinto del que menciona el Apóstol en su carta. El amor de Dios por el mundo es un amor que salva, llamando al hombre del pecado a la luz; de la confusión a la verdad.

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El amor de Dios nos corteja

Os 2,16.17b-18.20-22

Así habla el Señor: “Yo la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón. Allí, ella responderá como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto. Aquel día -oráculo del Señor- tú me llamarás: ‘Mi esposo’ y ya no me llamarás: ‘Mi Baal’. Aquel día haré para ellos una alianza con las fieras salvajes, con las aves del cielo y los reptiles de la tierra. Arco y espada y armas romperé en el país, y los haré dormir tranquilos. Yo te desposaré para siempre, te desposaré a precio de justicia y derecho, en el amor y la misericordia; te desposaré en la fidelidad, y tú conocerás al Señor.”  

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