“Primero tenéis que sufrir bajo vuestro corazón malo; luego, implorad de rodillas un corazón nuevo” (Palabra interior).
Jesús nos da a entender con toda claridad que lo malo sale de nuestro propio corazón (Mt 15,19). Es una constatación muy triste, pero es la realidad. Normalmente no nos gusta escuchar este tipo de verdades, pues no corresponden a la imagen que tenemos de nosotros mismos ni a cómo queremos presentarnos ante los demás. Sin embargo, el Señor, al decirnos esta verdad, nos da una llave de oro.