“La misericordia del hombre sólo alcanza a su prójimo, la misericordia del Señor abarca a todo el mundo” (Sir 18,13).
El amplio Corazón de nuestro Padre tiene en vista a todos los hombres de todos los tiempos. A nadie excluye de su amor; sólo el hombre mismo puede rechazarlo y darle la espalda. Nuestro amor humano, en cambio, es limitado y a menudo se dirige sólo a nuestro prójimo.