“¡Quédate conmigo; Yo te amo! – ¡Quédate conmigo; Yo te guardo! – ¡Quédate conmigo, Yo te guío! ¡Yo soy tu Padre!” (Palabra interior).
¡Qué invitación nos dirige nuestro Padre Celestial! Y no se aplica solamente al breve tiempo de nuestra existencia terrena; sino que permanece vigente siempre y nos llevará de gloria en gloria en la eternidad:
“Ahora vemos como en un espejo, borrosamente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de modo imperfecto, entonces conoceré como soy conocido” (1Cor 13,12).