“Cuando me encuentro con un corazón abierto, quiero darle todo y, a través suyo, agasajar también a otras personas” (Palabra interior).
Nuestro Padre puede servirse de un corazón que se ha abierto a Él. De hecho, además de amar a cada persona con un amor único y colmarla con su gracia, Dios tiene siempre bajo su amorosa mirada a la familia humana en su totalidad. Así, podemos notar que, cuando nos esforzamos sinceramente por recorrer el camino de la santidad y responder al amor de nuestro Padre, Él nos incluye en su plan de salvación.