EL SEÑOR ES BUENO

“El Señor es (…) bondadoso en todas sus acciones” (Sal 114,13b); el Señor es el Bueno por excelencia.

Al que se dirigió a Jesús llamándolo “Maestro bueno”, Él le contestó: “Nadie es bueno sino uno solo: Dios” (Mc 10,18).

Del Corazón de Dios brota esta bondad, que es su esencia y quiere darse a conocer a todos los hombres.

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La gratitud

Lc 17,11-19

De camino a Jerusalén, Jesús pasó por los confines entre los confines entre Samaría y Galilea. Al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!” Al verlos, les dijo: “Id y presentaos a los sacerdotes.” Y resulta que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió alabando a Dios en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le dio las gracias. Era un samaritano. Dijo entonces Jesús: “¿No quedaron limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios, sino este extranjero?” Y añadió: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado.”

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EL VERDADERO ORO

En nuestro camino de seguimiento de Cristo, una y otra vez tenemos que lidiar con nuestras debilidades. Muchas veces no logramos vencerlas como quisiéramos y, a pesar de nuestros sinceros esfuerzos, terminan imponiéndose. A veces caemos en el pecado, y entonces pueden incluso surgir sentimientos de desesperación porque simplemente no somos capaces de resistir a las tentaciones.

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La escuela de la humildad

Lc 17,7-10

En aquel tiempo, dijo el Señor: “¿Quién de vosotros, si tiene un siervo arando o pastoreando, le dice cuando regresa del campo: ‘Pasa en seguida y ponte a la mesa’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar y cíñete para servirme; y, después que yo haya comido y bebido, entonces comerás y beberás tú’? ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le mandaron? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os han mandado, decid: ‘No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’.”

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“NO SON MUCHOS LOS QUE ME PRESTAN OÍDO”

“Es una alegría para mí hablar contigo. No son muchos los que me prestan oído y con los que puedo dialogar” (Palabra interior).

No pocas veces, nosotros, los hombres, estamos en busca de alguien con quien hablar, alguien que sepa escucharnos y que se interese por nuestras preocupaciones… ¡Cuán felices somos cuando lo encontramos! Esa persona puede fácilmente convertirse en nuestro amigo y confidente. Este anhelo nuestro se hace realidad de forma especial cuando nos dirigimos a nuestro Padre Celestial, de quien podemos estar seguros que nos comprende y siempre tiene tiempo para escucharnos. Entonces el Padre se nos convierte en amigo y confidente.

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Pecado y perdón

Lc 17,1-6

Dijo Jesús a sus discípulos: “Es imposible que no haya escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vinieren! Le iría mejor si le pusieran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Andad, pues, con cuidado. Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás.” Dijeron los apóstoles al Señor: “Auméntanos la fe.” El Señor respondió: “Si tuvierais una fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido.”

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La sabiduría

Sab 6,12-16

La Sabiduría es luz y no se opaca; se muestra con gusto a los que la aman, se deja encontrar por los que la aman. Sale al encuentro de los que la quieren conocer; el que por ella se levantó temprano, casi no tendrá que esforzarse: la hallará sentada a su puerta. Apasionarse por ella es la mejor de las ambiciones, el que trasnocha a causa de ella estará pronto sin preocupaciones. Ella misma sale en busca de los que son dignos de ella; se muestra con benevolencia en sus caminos, sale a su encuentro en todos sus pensamientos.

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“EL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SE SALVARÁ” 

“Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” ­–atestigua la Sagrada Escritura (Rom 10,13).

Tal vez no siempre entendemos inmediatamente que sea tan fácil salvarse… En efecto, conocemos también aquellas otras afirmaciones de la Escritura sobre el camino angosto que conduce a la vida eterna y la puerta amplia que lleva a la perdición, y el Señor advierte que “son muchos los que entran por ella” (Mt 7,13).

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Desapego del dinero

Lc 16,9-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo insignificante, también lo es en lo importante. Entonces, si no fuisteis fieles con el dinero injusto, ¿quién os confiará el verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y despreciará al otro.

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