Aunque nuestro Padre sepa de antemano lo que necesitamos, Él quiere que se lo pidamos. Precisamente esta oración de petición nos conduce a la relación correcta con Dios: por una parte, porque cobramos consciencia de quién es Aquel a quien nos dirigimos; y, por otra parte, porque tomamos la actitud adecuada ante Él; es decir, una actitud confiada, sabiéndonos dependientes de Dios y creyendo firmemente que Él nos escuchará.
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La virtud de la fortaleza (Parte II)
La fortaleza –que es considerada como una de las cuatro virtudes cardinales– hace parte del equipamiento básico de un soldado. Si éste no se vuelve valiente, no se podrá contar con él en las batallas más duras, pues el miedo se apoderaría de él, de tal manera que la situación se pondría peligrosa para todos sus compañeros.
“DICHOSOS LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO”
“Bienaventurados los que sin haber visto hayan creído” (Jn 20,29).
A nosotros, los hombres, no nos resulta tan fácil emprender el camino de la pura fe, porque normalmente queremos captar la realidad a través de los sentidos. Un mundo inclinado a lo material tiende a aceptar solamente aquello que es capaz de comprender.
La virtud de la fortaleza (Parte I)
Las lecturas de los últimos días nos presentaron impresionantes ejemplos de fe, fidelidad y fortaleza. Por ello, he decidido dedicar la meditación de hoy y de los próximos días a la virtud cardinal de la fortaleza. En estos tiempos de confusión, resulta particularmente importante aspirar y practicar esta virtud, para poder resistir a las diversas tentaciones que se nos ofrecen. Tomemos como modelo a aquellas personas que conocimos en las lecturas de los últimos días, que nos mostraron que la obediencia y la fidelidad a Dios están por encima de todos los valores terrenales y que, con la ayuda de Dios, incluso es posible vencer el miedo.
ESTAR A SOLAS CON EL PADRE
A nuestro Padre le encanta que, en lo secreto, hablemos con Él y nos tomemos tiempo para estar junto a Él (cf. Mt 6,6). En estos momentos, crece la intimidad, la amistad, la confianza, la sensibilidad para percibir su presencia… Allí, en lo secreto, Él puede hablar fácilmente a nuestro corazón y edificar su templo santo en nosotros.
Obedecer a Dios antes que a los hombres
1Mac 2,15-29
Los enviados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín para los sacrificios. Muchos israelitas acudieron donde ellos. También Matatías y sus hijos fueron convocados. Tomando entonces la palabra los enviados del rey, se dirigieron a Matatías y le dijeron: “Tú eres jefe ilustre y poderoso en esta ciudad, y estás bien apoyado de hijos y hermanos. Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han cumplido todas las naciones, los notables de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Entonces tú y tus hijos seréis contados entre los amigos del rey, y os veréis honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y numerosas dádivas.”
NUESTRA CONFIANZA
Cuando hemos llegado a conocer un poco el amor de Dios y captado cada vez más su bondad, aumenta en nosotros el deseo de corresponder a su querer. El Padre quiere que lo conozcamos, lo honremos y lo amemos. ¿Y cómo hemos de hacerlo?
Escuchemos la respuesta de Dios Padre a la Madre Eugenia:
Extraordinaria valentía
2Mac 7,1.20-31
En aquellos días, siete hermanos fueron apresados junto con su madre. El rey, para forzarlos a probar carne de puerco (prohibida por la Ley), los flageló con azotes y nervios de buey. Admirable de todo punto y digna de glorioso recuerdo fue también aquella madre que, al ver morir a sus siete hijos en el espacio de un solo día, sufría con valor porque tenía la esperanza puesta en el Señor. Animaba a cada uno de ellos en su lenguaje patrio y, llena de generosos sentimientos y estimulando con ardor varonil sus reflexiones de mujer, les decía: “Yo no sé cómo aparecisteis en mis entrañas, ni fui yo quien os regaló el espíritu y la vida, ni tampoco organicé yo los elementos de cada uno. Pues así el Creador del mundo, el que modeló al hombre en su nacimiento y proyectó el origen de todas las cosas, os devolverá el espíritu y la vida con misericordia, porque ahora, por amor a sus leyes, no miráis por vosotros mismos.” leer más
EL PARAÍSO SE ABRE
¡Fue tanto lo que perdimos cuando se nos cerraron las puertas del Paraíso! Aunque nos hayamos acostumbrado y ya no lo percibamos con gran dolor, es una profunda miseria en la que se sumió el hombre al caer en el pecado. Pero en el fondo del alma permanece aún el anhelo del Paraíso, que puede convertirse en un impulso para que busquemos a Dios. Nuestro Padre nos deja sentir las carencias de esta vida incompleta, y, al mismo tiempo, nos muestra el camino hacia aquella plenitud que Él nos quiere conceder. Así nos dice en el Mensaje a la Madre Eugenia:
Fidelidad hasta la muerte
2Mac 6,18-31
En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que estaban encargados del banquete sacrificial contrario a la Ley, como ya conocían de antiguo a este hombre, lo ponían aparte y le invitaban a traer carne preparada por él mismo, que le fuera lícita, y a simular como si comiese la mandada por el rey, tomada del sacrificio. Lo hacían para que, obrando así, se librara de la muerte, y por su antigua amistad hacia ellos alcanzara benevolencia.