“No temas a nada ni a nadie, pues Yo soy tu Padre” (Palabra interior).
Una y otra vez nos encontramos con esta exhortación, tanto en las Escrituras como en el Mensaje del Padre. Es como si nuestro Padre quisiera que estas palabras penetrasen en lo más profundo de nuestra alma, donde aún pueden esconderse diversos miedos, que quieren coartar nuestra vida y arrebatarnos la libertad. Y la razón que nos da para no temer es tan sencilla como profunda: “Yo soy tu Padre.”