HASTA LOS LEONES CLAMAN A DIOS 

“Los leoncillos rugen por la presa, reclamando a Dios su comida” (Sal 103,21).

El amor y el cuidado de Dios se extienden a toda su Creación irracional. Esto habrá sido lo que impulsó a un San Francisco de Asís a incluir a todos los elementos en la fraternidad de las criaturas en su famoso cántico. Todo lo que nuestro Padre ha creado encuentra su sentido más profundo en Él y da testimonio de Él, aunque a consecuencia del pecado haya quedado disturbada la armonía originaria y la muerte haya entrado en este mundo.

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Las benditas almas del Purgatorio

 

Lam 3,17-26

Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: “Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor.” Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión: antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

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