TIEMPOS ESPECIALES, GRACIAS ESPECIALES 

“Echa una vez más la red del amor” (Palabra interior).

Ciertamente, nuestro Padre ha echado ampliamente la red de su amor por medio de su Hijo, para atraer a todos los hombres hacia Sí. Este ofrecimiento sigue vigente todo el tiempo que nuestro Padre, en su bondad, ha determinado, hasta que llegue el Fin de los Tiempos, cuyo momento solamente Él conoce (Mt 24,36).

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¿Cómo creerán sin que se les predique?

Rom 10,9-18

Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvado. Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación. Porque dice la Escritura: ‘Todo el que crea en él no será confundido.’ O sea, que no hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que lo invocan.

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HABLAR CON CLARIDAD 

“No tengas miedo de llamar a las cosas por su nombre” (Palabra interior).

A nuestro Padre le encanta que seamos sinceros y transparentes, pues así mismo es Él. Cualquier cosa torcida o complicada, cualquier actitud carente de transparencia es y sigue siendo ajena a su ser. El Señor nos pone como ejemplo la sencillez de los niños: “Si no (…) os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 18,3). También nos exhorta a ser claros en nuestras palabras: “Que vuestro modo de hablar sea: ‘Sí, sí’; ‘no, no’. Lo que exceda de esto, viene del Maligno” (Mt 5,37).

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Contado, pesado, dividido

Dan 5,1-6.13-14.16-17.23-28

En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos. Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera.

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ASÍ ES NUESTRO PADRE 

“No temas a nada ni a nadie, pues Yo soy tu Padre” (Palabra interior).

Una y otra vez nos encontramos con esta exhortación, tanto en las Escrituras como en el Mensaje del Padre. Es como si nuestro Padre quisiera que estas palabras penetrasen en lo más profundo de nuestra alma, donde aún pueden esconderse diversos miedos, que quieren coartar nuestra vida y arrebatarnos la libertad. Y la razón que nos da para no temer es tan sencilla como profunda: “Yo soy tu Padre.”

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La virtud de la fortaleza (Parte IV)

En la meditación de ayer, habíamos escuchado que, según San Juan de la Cruz, cuando uno toma la decisión de emprender más intensamente el camino de seguimiento de Cristo, el Diablo trata de impedir el paso decisivo, infundiéndonos miedo, distrayéndonos y tentándonos de diversas formas. No pocas veces los obstáculos pueden venir de parte de las personas más cercanas a nosotros, pero que no se han decidido por seguir enteramente al Señor ni entienden este camino. Incluso pueden ser personas piadosas, pero que no tienen una relación lo suficientemente profunda con el Señor como para comprender el misterio entre Dios y el alma llamada por Él. Así, puede suceder que estas personas crean tener que desaconsejar o incluso advertir de emprender este camino más intenso.

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LA LLAMA DEL AMOR PATERNAL

En el Mensaje a la Madre Eugenia, el Padre expresa un profundo deseo suyo:

“Que Mis sacerdotes se dirijan sin temor a todas partes, a todas las naciones, llevando a los hombres la llama de Mi amor paternal. Entonces, las almas serán iluminadas y conquistadas; no solamente de entre los infieles, sino también de todas las sectas que no hacen parte de la verdadera Iglesia. Sí, que estos hombres, que son también hijos Míos, vean brillar esta llama ante ellos; que conozcan la verdad, que la abracen y practiquen todas las virtudes cristianas.”

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La virtud de la fortaleza (Parte III)

Habíamos reflexionado sobre la virtud de la fortaleza en contexto con las lecturas del libro de los Macabeos; aquellos hombres y mujeres valientes del Pueblo de Israel. También señalé que necesitamos esta virtud para nuestro testimonio cristiano en el mundo, que, en un caso extremo, puede llegar hasta el martirio. Podemos entrenarnos en la virtud de la fortaleza, y no debemos dejarnos desanimar en caso de que seamos temerosos por naturaleza. La historia de la novicia Blanca de la Force (narrada en la novela de Gertud von Le Fort: “La última del cadalso”) puede alentar a estas almas temerosas, mostrándoles que también ellas pueden ser capaces de actos heroicos.

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MOTIVO DE ALEGRÍA PARA EL PADRE

Si queremos profundizar en la relación con nuestro Padre Celestial, es importante tomarnos el tiempo para estar a solas con Él. Podrían enumerarse muchos frutos que surgen de esta intimidad. Sin embargo, hay una razón que puede ser nuestra principal motivación para buscar y cultivar este diálogo silencioso con nuestro Padre. Él mismo la menciona:

“¡Nadie puede imaginar la alegría que experimento cuando estoy a solas con un alma!”

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Juzgados en el amor

Mt 25,31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. Entonces serán congregadas delante de él todas las naciones, y él irá separando a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 

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