“Ten el valor de ser como Yo te creé y como quiero formarte. Entonces Yo viviré en ti y tomaré forma en tu vida” (Palabra interior).
No pocas veces sucede que las personas se sienten presionadas por diversas expectativas que otros tienen de ellas sobre cómo consideran que deberían ser. Pero estos ideales, ya sean de ciertas personas o de la sociedad a nivel general, no necesariamente ayudan a encontrar la propia identidad. Tal vez uno mismo también se haya creado imágenes de cómo cree que debe ser ante los demás. Todas estas expectativas pueden convertirse en una gran presión, sobre todo cuando se trata de una identidad ficticia, que no corresponde a la esencia más profunda de la persona. Así, ella puede llegar hasta el punto de vivir en la constante tensión de tener que cumplir un ideal que no es su verdadera identidad. Esto puede suceder también en el ámbito religioso.