EL TRIUNFO DEL AMOR

La mansedumbre, que es obra del Espíritu Santo en el alma, puede conquistar más corazones que la dureza” (Palabra interior).

Aquí se hace referencia a un maravilloso fruto del Espíritu Santo en nuestra alma. A través del Espíritu Santo, nuestro Padre edifica su Reino en nuestro corazón. Así lo expresa en el Mensaje a la Madre Eugenia:

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El tiempo de la paciencia de Dios

Rom 3,21-30a

Ahora, independientemente de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios de la que hablaron la ley y los profetas. Se trata de la justicia que Dios, mediante la fe en Jesucristo, otorgó a todos los que creen –pues no hay diferencia; todos pecaron y están privados de la gloria–. Éstos son justificados por Él gratuitamente, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús. A él lo ha puesto Dios como propiciatorio en su sangre –mediante la fe– para mostrar su justicia tolerando los pecados precedentes, en el tiempo de la paciencia de Dios, con el fin de mostrar su justicia en el tiempo presente, y así ser Él justo y justificar al que vive de la fe en Jesús. 

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