“El Espíritu Santo está siempre dispuesto a iluminaros y fortaleceros” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).
El gran don del Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo, hace que nuestra alma sea iluminada por la luz sobrenatural de Dios, de manera que aprendemos a verlo todo desde la perspectiva de nuestro Padre Celestial. Él es la luz de la luz, y en cuanto nos dirigimos al Espíritu Santo pidiéndole que nos ilumine, Él abrirá nuestros ojos interiores para que podamos ver y percibir mejor la gloria del Padre.