Después de haber meditado detalladamente cada parte de la alabanza a Dios Padre en el Himno a la Santísima Trinidad, queremos ahora concluir esta serie rezando esta alabanza en su integridad:
Alabado seas, Padre Eterno, Dios Santo, fuerte y vivo. No hay nadie como Tú y nada se compara a las obras que Tú has creado. Todos los pueblos vienen a adorarte y rinden gloria a Tu nombre, porque Tú eres el Dios Santo, vivo, veraz y bondadoso.