“Mas al final de los tiempos enviaste a Tu Hijo –nuestro Señor Jesucristo– y Te exigiste a Ti mismo el sacrificio que Abrahán no tuvo que ofrecer. Entregaste a Tu Hijo Unigénito por la vida de todo el mundo, para que Tu pueblo y todos los pueblos de la Tierra encontraran en Él su salvación” (Himno de Alabanza a la Santísima Trinidad).
En el Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio, Dios Padre lo expresa en estos términos:
“Cuando constaté que ni los patriarcas, ni los profetas habían podido darme a conocer y hacerme amar entre los hombres, decidí venir Yo mismo.”