“Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir cada instante que te amo, por lo menos quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro” (San Juan María Vianney).
El Santo Cura de Ars era un alma inflamada de amor, que quería corresponder plenamente al amor del Señor. ¡Un verdadero ejemplo para todos los sacerdotes! Su corazón desfallecía por Dios. Lo que más hubiera querido es entrar en un monasterio contemplativo para expresarle así todo su amor al Señor. Pero Dios tenía otros planes para él. Así, el Cura de Ars pasó incontables horas en el confesionario, sirviendo al Señor y a la salvación de las almas.