“¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él; el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad” (Sal 8,5-6).
¿Por qué nuestro Padre creó al hombre? Él, que posee la plenitud en sí mismo, que es perfecto, que no carece de nada ni precisa evolucionar… No hay otra razón que moviera a Dios a dar vida a la creación entera –y particularmente al hombre– que el misterio de su amor. Esta constatación es de una insondable profundidad, porque el amor impregna todas las obras visibles de Dios.