“Cuando un alma se acerca a mí con confianza, la colmo con tal abundancia de gracias que no puede contenerlos dentro de sí mismo, sino que las irradia sobre otras almas. A las personas que difunden la devoción a mi Misericordia las protejo durante toda su vida como una madre amorosa protege a sus hijos; y a la hora de su muerte no seré su juez sino su redentor misericordioso (…). Los pecados que más me hieren son los de desconfianza” (Jesús a Sor Faustina Kowalska)
“De tal padre, tal hijo” –dice el refrán.