“Tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. Porque tú eres su esplendor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder” (Sal 88,17-18).
El corazón se inunda de gran alegría cuando llega a conocer a nuestro Padre tal como Él es en verdad.
Cada vez que su Nombre resuena, cada vez que se habla bien de Él, cada vez que se alaban sus obras, se reconoce su misericordia y se canta su esplendor, nuestra alma exulta de alegría, porque en ella –la amada– despierta el amor.