“¿QUIÉN SE DA CUENTA DE SUS YERROS?”

“¿Quién se da cuenta de sus yerros? De las faltas ocultas límpiame” (Sal 19,13).

La preocupación de nuestro Padre Celestial por nuestra salvación eterna no sólo abarca el ámbito del pecado y las malas actitudes de las que estamos conscientes y por cuya superación podemos trabajar; sino que incluye también todas aquellas esferas de las que no estamos conscientes y que, no obstante, surten efecto en nuestro interior.

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