“’Todo está consumado.’ E inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19,30).
Hoy, junto con el Padre Celestial y todos los fieles, nuestra mirada se posa en la Cruz de la que pendió el amado Hijo. Allí, en la Cruz erigida sobre el Calvario, fue quebrantado el poder del mal por el amor manifiesto de Dios. Es el Padre quien nos concede la verdadera vida a través del sacrificio de su Hijo; una nueva vida, que ya no tiene que esconderse de Dios a causa de sus culpas. “Él mismo cargó nuestros pecados en su cuerpo” (1Pe 2,24), y hemos sido liberados. ¡Hoy es el gran viernes, el viernes santo! Dios, el Bueno, todo lo ha hecho bien (cf. Mc 7,37).