“Tu palabra es en extremo pura, tu siervo la ama” (Sal 119,140).
Cada palabra que nuestro Padre pronuncia, brota de su amor por nosotros, los hombres. Viéndolas desde esta perspectiva, las Sagradas Escrituras son una “carta de amor” de Dios a nosotros. Esto cuenta aun si encontramos en ellas ciertas cosas que nos resultan difíciles de asimilar.