“El que permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo” (2Jn 1,9).
Nuestro Padre Celestial nos ha mostrado un camino seguro para permanecer en comunión con Él. La Sagrada Escritura nos insiste una y otra vez que nos mantengamos en la doctrina que nos ha sido revelada. San Pablo incluso afirma que, aun si un ángel bajara del cielo y nos anunciara un evangelio distinto al que hemos recibido, “sea anatema” (Gal 1,8). Ninguna falsa doctrina debe encontrar cabida en nosotros, para que la comunión con nuestro Padre pueda desplegarse en la plenitud de la verdad.