“Desead la paz a Jerusalén: ‘Vivan seguros los que te aman’” (Sal 121,6).
Con tan solo escuchar la palabra “Jerusalén”, amado Padre, el corazón de muchas personas empieza a latir deprisa y se enciende. Queremos amar todo lo que Tú amas y, por tanto, deseamos conocer más profundamente tu amor por Jerusalén.