“Yo soy tu futuro” (Palabra interior).
¡Cuánto nos gustaría a veces echar una mirada a nuestro futuro! No pocas personas se ven tentadas a intentarlo de diversas maneras y acaban en prácticas cuestionables.
En Dios, en cambio, no es difícil ver el futuro, porque Él mismo es nuestro futuro. Esto basta, porque lo dice todo.