“Derrotado es sólo quien pierde el valor. Vencedor es todo el que quiera seguir luchando” (San Francisco de Sales).
Una máxima para este año y para todos los tiempos… Quien confía en nuestro Padre no perderá el valor y, por tanto, tampoco su rumbo fundamental. Los poderes del mal intentan luchar contra el Señor y su Ungido (Sal 2,2), pero sus esfuerzos son vanos. A fin de cuentas, el demonio sólo es el “embaucador embaucado”. ¡Esta es la realidad y debemos interiorizar esta certeza!