“Busca siempre la luz, para unirte a ella y ayudar a ahuyentar la oscuridad” (Palabra interior).
La luz ahuyenta la oscuridad. Si aceptamos la invitación de buscar siempre la luz, las tinieblas empezarán por ceder en nuestro propio interior, pues el Espíritu Santo mismo es la “luz que penetra las almas” (Secuencia de Pentecostés).