“Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios” (Sal 141,3).
¡Cuán distinto sería todo si cada persona rezara esta sabia oración y actuara conforme a ella! ¡Cuánto sufrimiento se evitaría y cuánto se avanzaría en la vida espiritual!
“Hay charlatanes que hieren como espadas; la lengua de los sabios es medicina” (Prov 12,18).