“No temas a la vejez; Yo soy la eternidad” (Palabra interior).
La edad puede traer sabiduría. Cuando una persona ha madurado bajo la guía de Dios, también será capaz de transmitir esta sabiduría a otras personas. El Padre mismo se hace presente en ella. La mayor sabiduría consiste en hacer todo lo que Dios nos ha encomendado en esta vida con la mirada puesta en la vida eterna.