“Así hace el que teme al Señor, el que abraza la Ley logra sabiduría” (Sir 15,1).
“Primicia de la sabiduría es el temor del Señor” –nos dice el salmo (Sal 110,10). Este precioso don del Señor quiere llevarnos a no hacer nada que pudiese ofender de una u otra manera al Señor o al prójimo, que fue creado a su imagen y semejanza (Gen 1,27). Así, nos enseña una gran vigilancia y precaución, sabiendo bien con qué facilidad se puede ofender al amor y cuán graves consecuencias puede esto acarrear.