LA MEDITACIÓN 

“Permaneced en mí, como yo en vosotros” (Jn 15,4).

En la contemplación nos encontramos con nuestro Padre en lo más profundo de nuestra alma y permanecemos en Él. Así lo expresan los místicos. La meditación sobre la Palabra de Dios tiene un carácter algo distinto.

Los padres del desierto hablan de que es necesario “rumiar” la Palabra de Dios. A través de su repetición constante, se nos revela cada vez más profundamente su sentido y empieza a asentarse en el alma.

leer más

Las iglesias de Sardes y Laodicea

Ap 3,1-6.14-22

 Yo, Juan, escuché al Señor que me decía: “Al ángel de la iglesia de Sardes escríbele: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: conozco tu conducta; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Mantente en vela y reanima lo que te queda, pues está a punto de morir. Pues he descubierto que Dios no considera perfectas tus obras.

leer más

La iglesia de Éfeso y el primer amor

Ap 1,1-4;2,1-5a

Revelación de Jesucristo, que le fue confiada por Dios para que manifestase a sus siervos lo que ha de suceder pronto. Él envió a su ángel para dárselo a conocer a su siervo Juan, que ha dado fe de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo: de todo lo que vio. Dichoso el que lea y dichosos los que escuchen las palabras de esta profecía y tengan en cuenta lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca.

leer más

LA CASA DEL SEÑOR

“Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida y habitaré en la casa del Señor por años sin término” (Sal 23,6).

El salmista expresa lo que el Padre Celestial ha dispuesto para nosotros, los hombres, y que podemos reconocer por la fe: es el gran “sí” de Dios a nuestra existencia; un “sí” que se nos manifiesta de diversas maneras. Es un “sí” que jamás revoca, después de haberlo pronunciado de una vez y para siempre sobre nuestra vida. Incluso la persona que rechaza a Dios atestigua con su sola existencia el “sí” de Dios sobre ella.

leer más

El Fin de los Tiempos

Lc 21,5-11

En aquel tiempo, como algunos hablaban del Templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: “De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra, ni una que no sea derruida.” Le preguntaron: “¿Cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?” Jesús respondió: “Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘El tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis. Es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.” Y añadió: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino; habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares; se verán cosas espantosas y grandes señales en el cielo.”

leer más

“ME UNGES LA CABEZA CON PERFUME”

“Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos. Me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa” (Sal 23,5).

Este verso está tomado de los salmos de David, a quien el Señor eligió como rey de Israel. Asimismo, cada uno de nosotros, los cristianos, ha sido ungido por la gracia de Dios para ser “hijo del gran Rey”. Así, podemos adaptar las palabras de este salmo también para nosotros, porque nuestro Rey es Dios mismo. Cuando Poncio Pilato le preguntó a Jesús si era rey, Él le respondió: “Tú lo dices, soy rey” (Jn 18,37).

leer más

Orar sin desfallecer

Lc 18,1-8

 En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer: “Había en un pueblo un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquel mismo pueblo una viuda que acudió a él y le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’ Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que deje de importunarme de una vez’.”

leer más

“TÚ VAS CONMIGO”

“Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo; tu vara y tu callado me sosiegan” (Sal 23,4).

¿Quién no ha atravesado cañadas oscuras en la vida? ¿Quién no percibe los abundantes peligros que nos rodean?  Muchas veces incluso están presentes en nuestro interior e intentan devorarnos. Pero también la vida en este mundo habla de la oscuridad del alejamiento de Dios.

leer más

La seriedad de la fe

Lc 17,26-37

 Jesús dijo a sus discípulos: “Como sucedió en los días de Noé, así ocurrirá también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían y tomaban mujer o marido, hasta que entró Noé en el arca. Entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban y construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo, que destruyó a todos.

leer más