LA VERDADERA UNIDAD

“Nos llamamos hijos de Dios, ¡y lo somos!” (1Jn 3,1). 

Ser hijos de Dios es una gran predilección suya por nosotros, y a esta dignidad están llamados todos los hombres. Así, el Padre une a los hombres en sí mismo. Él es el verdadero fundamento de la unidad de la humanidad; una unidad que los hombres buscan de tantas diversas maneras, pero que jamás podrán alcanzar si no la cimientan en Dios. La unidad entre todos los hombres radica en Dios mismo y sólo podrá hacerse realidad en la medida en que nosotros vivamos realmente como hijos suyos. El Profeta Malaquías nos dice:

“¿No tenemos todos nosotros un mismo Padre? ¿No nos ha creado el mismo Dios?” (Mal 2,10)

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El llamado universal a la santidad

Ap 7,2-4.9-14

Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del Oriente con el sello del Dios vivo. Gritó entonces con voz potente a los cuatro ángeles a quienes se había encomendado causar daño a la tierra y al mar: “No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.” Pude oír entonces el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. leer más