“Si supierais cuánto amo a mis discípulos y cuán dispuesto estoy a desvelarles todos los tesoros de la gracia, estaríais siempre despiertos, atentos a escuchar la voz de vuestro corazón para encontraros conmigo” (Palabra interior).
Una vez que nuestro corazón haya sido herido por el amor del Señor, percibirá cuán inmenso es este amor y anhelará recibir todo aquello que sea muestra de este amor. ¿Qué más podría buscar fuera de él?