“El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor” (Prov 19,21).
Sabio es aquel que no sigue simplemente las inclinaciones de su propio corazón, sino que examina si éstas van de acuerdo a los designios del Señor. En efecto, sus designios prevalecen. No pocas veces, nuestras abundantes fantasías, sueños y deseos no sirven más que para confundirnos. Nos hacen vivir en una ilusión e incluso pueden hacernos prisioneros de ciertas expectativas, que al fin y al cabo terminan no cumpliéndose. Entonces dejan en el alma un vacío y decepción.