“Tu palabra es pura en extremo, y tu siervo la ama” (Sal 118,140).
La Palabra de Dios nos ha sido dada para que por ella tengamos vida. Es distinta a las palabras meramente humanas. Tiene la fuerza de iluminar toda nuestra vida y de transformarnos. Es el Señor mismo quien se nos comunica a través de su Palabra. En efecto, Dios nos habla y así nos da acceso a su propio ser. A través de las palabras que salen de su Corazón, Él nos concede un encuentro con su amor.