“No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío.” (Is 43,1)
El Apóstol Pablo exclama: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?” (Rom 8,35), y nos asegura entonces que absolutamente nada – “ni la muerte, ni la vida, (…) ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades, (…) ni cualquier otra criatura– podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor nuestro” (v. 38-39).