“Jesús elevó sus ojos al cielo y dijo: ‘Padre…’” (Jn 17,1).
Es ésta la actitud predominante de Jesús: alzar sus ojos al Padre. En ello se expresa lo más profundo de su ser, pues Él vino al mundo para cumplir la Voluntad del Padre (cf. Jn 4,34). ¡No había nada que fuese más importante para Él! Su corazón estaba en todo momento enfocado en el Padre.