En el Mensaje a la Madre Eugenia, el Padre expresa un profundo deseo suyo:
“Que Mis sacerdotes se dirijan sin temor a todas partes, a todas las naciones, llevando a los hombres la llama de Mi amor paternal. Entonces, las almas serán iluminadas y conquistadas; no solamente de entre los infieles, sino también de todas las sectas que no hacen parte de la verdadera Iglesia. Sí, que estos hombres, que son también hijos Míos, vean brillar esta llama ante ellos; que conozcan la verdad, que la abracen y practiquen todas las virtudes cristianas.”