Servir a nuestro Padre Celestial significa tener parte en su amorosa preocupación por los hombres. Él no excluye a nadie de su amor. Sin embargo, el hombre mismo puede cerrarse a este amor. Precisamente esto es lo que el Padre quiere evitar, y para ello llama a sus “apóstoles” a dar auténtico testimonio de Él.
Su mirada de amor se posa hoy sobre la juventud, que fácilmente se deja engañar por falsos ideales:
“Quiero proteger a la juventud, como un tierno padre. ¡Hay tanto mal en el mundo! Esas pobres almas inexperimentadas se dejan seducir por las atracciones del vicio, que, poco a poco, los conduce a la ruina total.