¡Cuánto admiramos el amor de una madre, que permanece al lado de su hijo aun en las más difíciles circunstancias! Para no pocas personas, este amor maternal es quizá lo único en que pueden apoyarse en medio de las olas de la confusión y distorsión de la vida.
A través del Profeta Isaías, el Señor mismo nos pone como ejemplo este amor:
“¿Es que puede una mujer olvidarse de su niño de pecho, no compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ellas se olvidaran, Yo no te olvidaré.” (Is 49,15)