Para el Señor es importante que lo conozcamos como Él realmente es. Jesús mismo trata de transmitirnos una y otra vez la verdadera imagen del Padre. En efecto, sólo cuando tenemos la imagen correcta de Él, podemos vivir en una relación confiada con Él, tal como lo ha previsto para nosotros. Entonces resplandece aquella gozosa realidad que la luz de Dios difunde en este mundo, y se hacen realidad las palabras de Jesús: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,14).
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Aspectos sobre la desobediencia
2Re 17,5-8.13-15a.18
En aquellos días, Salmanasar, rey de Asiria, invadió todo el país, subió contra Samaría y la sitió durante tres años. En el noveno año de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaría y deportó a los israelitas a Asiria. Los estableció en Jalaj y sobre el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de Media.
EL CIELO DE DIOS EN NUESTRAS ALMAS
Nuestro Padre se complace en estar junto a nosotros, los hombres. Así nos lo asegura Él mismo:
“Concluid, oh hombres, que desde toda la eternidad he tenido un solo deseo: darme a conocer a los hombres y ser amado por ellos. ¡Deseo permanecer incesantemente junto a ellos!”
Desde la caída en el pecado, cuando el hombre perdió la relación familiar y confiada con Dios, Él no cesó de buscarlo: “Adán, ¿dónde estás?” (Gen 3,9). Estas palabras las pronuncia el Señor casi ininterrumpidamente, y se podría añadir: “¿Es que ya no me conoces?, ¿no sabes que te busco?”
Tu gracia vale más que la vida
Sal 62,2-9
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansias de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
ABRID LOS OJOS A LA LUZ
El amor de Dios abarca a todos los hombres, a quienes quiere llevar al conocimiento de la verdad (1Tim 2,4). Sabemos el camino que Él eligió: es su Hijo Jesús, que dice de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6).
El Antiguo Testamento a luz de la Nueva Alianza
2Cro 24,17-25
Después de la muerte de Yehoyadá vinieron los jefes de Judá a postrarse delante del rey, y entonces el rey les prestó oído. Abandonaron la Casa de Yahveh, el Dios de sus padres, y sirvieron a los cipos y a los ídolos; la cólera estalló contra Judá y Jerusalén a causa de esta culpa suya. Yahveh les envió profetas que dieron testimonio contra ellos para que se convirtiesen a él, pero no les prestaron oído.
DIOS LLAMA A TODOS LOS HOMBRES
Dios introduce a los creyentes en una relación cada vez más profunda con Él, y purifica en ellos todo lo que les impide acoger plenamente su amor. Si viven en esta confianza que el Padre les pide, brillarán como “luz del mundo” (Mt 5,14).
“Y la luz brilla en las tinieblas…” (Jn 1,5) leer más
Consecuencias del pecado
2Re 11,1-4.9-18.20
En aquellos días, cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que había muerto su hijo, se levantó y exterminó toda la estirpe real. Pero Josebá, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, tomó a Joás, hijo de Ocozías y lo sacó de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y puso a él y a su nodriza en el dormitorio, ocultándolo de la vista de Atalía, y no le mataron. Seis años estuvo escondido con ella en la Casa de Yahveh, mientras Atalía reinaba en el país.
NO TENER MIEDO ANTE NUESTRO AMOROSO PADRE
Es importante cobrar conciencia de que, al amarnos, nuestro Padre se hace vulnerable. Podemos constatarlo especialmente en la Pasión de su Hijo. Un punto muy sensible para el Corazón del Padre es cuando tenemos un falso respeto hacia Él, derivado del miedo a Dios, que luego tiende a manifestarse también en la relación con sus representantes eclesiásticos.
SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI: La presencia real de Cristo en la Eucaristía
1Cor 11,23-26
Yo recibí del Señor lo que os transmití: que el Señor Jesús, la noche en que era entregado, tomó pan, dio gracias, lo partió y dijo: “Éste es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.” Asimismo, tomó el cáliz después de cenar y dijo: “Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en memoria mía.” Pues cada vez que comáis este pan y bebáis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.