En realidad, uno pensaría que en todas aquellas partes del mundo que han sido bendecidas con el anuncio de la fe cristiana, así como las regiones marcadas por el judaísmo y aquellas otras donde se tiene conocimiento de las escrituras del Antiguo Testamento, se debería reconocer a Dios como amoroso Padre.
Ciertamente en parte sucede así… Pero ¿será que este conocimiento llega hasta lo más profundo? ¿Realmente el encuentro con Dios es la experiencia que regocija el corazón y que todo lo impregna; la experiencia que nos pone en marcha para hablarles de este Dios a todas las personas?