¿Por qué, amado Padre, quieres que te conozcamos, te honremos y te amemos, como se lo dijiste a la Madre Eugenia Ravasio? Tú posees la plenitud en ti mismo y nada te falta…
Pero Tú mismo nos das la respuesta:
“No es que desee ser conocido, honrado y amado porque estuviese necesitado de Mi criatura o de su adoración. ¡No! Es sólo porque deseo salvarla y hacerla partícipe de Mi gloria que Me rebajo a ella.”