2Re 5,1-15a
Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, era hombre muy estimado y favorecido por su señor, porque por su medio había dado Yahveh la victoria a Aram. Este hombre era poderoso, pero tenía lepra. Habiendo salido algunas bandas de arameos, trajeron de la tierra de Israel una muchachita que se quedó al servicio de la mujer de Naamán. Dijo ella a su señora: “Ah, si mi señor pudiera presentarse al profeta que hay en Samaría, pues le curaría de su lepra.” Fue él y se lo manifestó a su señor diciendo: “Esto y esto ha dicho la muchacha israelita.” Dijo el rey de Aram: “Anda y vete; yo enviaré una carta al rey de Israel.”