«Oh, Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,
abarcando del uno al otro confín,
y ordenándolo todo con firmeza y suavidad:
ven y muéstranos el camino de la salvación.»
Tú, oh Sabiduría, pones todo en un orden santo, porque procedes del Padre Eterno. Todo lo penetras y, con Tu fuerza y suavidad, restableces el orden divino.