Rom 9,1-5
Hermanos: Cristo es testigo de que digo la verdad, y de que no miento –además me lo dice mi conciencia, guiada por el Espíritu Santo–: siento una gran tristeza y un dolor incesante en el corazón. Pues desearía ser yo mismo maldito, separado de Cristo, por mis hermanos, los de mi raza según la carne. Son israelitas; ellos disfrutaron de la adopción filial, de la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas y los patriarcas; de ellos también procede Cristo según la carne, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.