Lc 7,1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar al pueblo que le escuchaba, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un siervo enfermo, a punto de morir, a quien estimaba mucho. Habiendo oído hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su siervo. Ellos, al llegar donde Jesús, le rogaban encarecidamente diciendo: “Merece que hagas esto, porque aprecia a nuestro pueblo y él mismo nos ha construido la sinagoga.”