Amado Espíritu Santo, con la meditación de hoy concluimos esta preparación para la gran Fiesta de tu descenso. ¡Que todos tus frutos crezcan y maduren en nosotros, para que podamos glorificar a Aquél de quien todo procede y dar testimonio de ti en el mundo! Para ello se requiere paciencia, porque estos frutos van madurando poco a poco, día tras día. Sobre todo necesitamos paciencia para el trato con las otras personas, sabiendo esperar a que ellas puedan acoger lo que Dios les tiene preparado.