Comienza ahora la misión de Santa Juana de Arco a la cabeza de las tropas francesas.
Su sola presencia les mostraba a los soldados y oficiales que Dios intervendría concretamente en la situación de Francia. Así, la población y los combatientes recobraron el ánimo y la valentía, y creyeron en la misión de la Doncella. Su presencia era tan impactante que mucha gente la veía como un ángel de Dios.